La fiebre por el cambio estaba en
su máxima expresión. No importaba el ámbito, cada nación disputaba ser la
propulsora de algo innovador, ya fuera a nivel económico, político, cultural,
social. El ámbito era lo de menos, lo importante era mostrar algo sorprendente.
Un país quiso proponer una serie
de casas flotantes para inaugurar un nuevo continente que, así como la estación
espacial internacional, estuviera compuesto por diferentes países y permitiera
a los seres humanos habitar espacios del planeta que nunca hubieran sido
explorados. Este país nórdico decía que era más viable esta idea que el
construir ciudades bajo el agua. Algún país balcánico mostro una propuesta
mucho menos llamativa, demostrando cómo un país de no más de 2 millones de
habitantes podía cambiar sus plantas de energías y depender solamente de la
energía eólica.
Se sabía que todos los países del
mundo había planeado y organizado, fuera del conocimiento público, todas las
pruebas necesarias que permitieran el desarrollo, planificación y
perfeccionamiento de las propuestas que se realizarían durante este periodo de
tiempo que me toco cubrir.
Dentro de estas propuestas
innovadoras hubo un país que se distinguió por darle el poder a un miembro de
una comunidad indígena, no a través de las elecciones, sino a través de un
plebiscito. Por las condiciones sociales de marginación, pobreza y violencia
que se habían vivido en la última década, se busco que cada ciudadano expresará
quien pudiera ser el presidente de esa república democrática, así fue cómo, el
presidente que dejaba el mandato había anulado los comicios para ese año y
había dejado una puerta abierta para que, prácticamente cualquiera, pudiera ser
seleccionado para ser candidato a la presidencia. Esto permitió eliminar los
gastos que, cada 3 años, se le otorgaban a todos aquellos que se encargaban de
realizar o participar en las elecciones. Nadie antes había hecho esto, se decía
que era algo que revolucionaba el sistema democrático, otros más decían que lo
perjudicaban y que hasta lo pervertían, pero al final, el pueblo, ese “demos” que crea todo tipo de “cracia”, quedo conforme con el
resultado. Quizás les llamo la atención que los gastos se aplicaron
inmediatamente al arte, la cultura, la educación y el deporte, en ese orden;
cómo haya sido, la gente permitió que el cambio se gestará y sintió que lo
habían hecho ellos mismos. Después de tanto dolor, corrupción, delincuencia,
años de represión y crisis todos los habitantes de ese país percibían una
atmósfera política diferente. Incluso, platicándolo con otros iguales a mí,
decían que cada seis de ellos solo veían pasar un títere a las órdenes de
poderes fuera de este país, pero esta vez era diferente, aunque otros más,
iguales a mi decían que cada seis años era los mismo, nadie era el 2012.
Cuando este nuevo presidente
llego a ocupar su cargo comenzó a tratar de resolver el problema que podía
representar mayor riesgo sanitario en las próximas décadas: la basura. Busco a
los geólogos más importantes de su universidad nacional, también a aquellos
que, sin importar su nacionalidad, habían sido reconocidos internacionalmente
con el premio nobel o distinciones similares. Quería entregar su propuesta
rápido y estaba dispuesto a pagar lo que fuera necesario, lo importante era mostrar
la respuesta a la brevedad; finalmente, con el ahorro que implico su llegada al
poder, tenía un presupuesto amplio.
Cuando el planteo su idea, todos
los científicos se quedaron sin poder articular palabra, no sabían si estaba
bromeando o en verdad hablaba en serio y si, así era, ¡el presidente hablaba en
serio!. A nadie antes, al menos hasta donde ellos podían recordar, se le había
ocurrido lanzar la basura a los cráteres de los volcanes activos en nuestro
planeta. No quería perder el tiempo en desarrollar teorías, estaba consciente
que él no era científico, por lo que había reunido a toda esta elite. Sólo
media docena de ellos quedo después de que hubiera explicado por completo su
propuesta. La teoría ya la tenía, por lo que solo se avocarían a llevar a cabo
cada uno de los intentos que el proponía.
El primer intento era bastante
rústico, decían los científicos, aunque nadie se atrevió a contradecirlo o
ponerlo en duda. Cuando tuvieron la oportunidad de hablarlo, todos llegaron a
la conclusión que la idea, tal y como la había expresado el presidente, se
debía a sus orígenes humildes. El primer problema que tuvieron que resolver fue
lograr construir las catapultas necesarias que permitieran poder elevar la
basura hacía el cráter del volcán y que no afectará a las comunidades cercanas
al cráter. Aunque este primer intento se intento mantener en secreto para la
población hubo un inconveniente que lo impidió.
Se probaron diferentes materiales
para la construcción de las catapultas. Aunque la primera opción fue la madera
la mayoría de los científicos optaron por materiales ultra modernos, fabricados
artificialmente, pero que no dañaban el ecosistema, no contaminaban y, además,
tenían un diseño orgánico, que les permitía confundirse ante cualquier tipo de
paisaje montañoso.
Para la “prueba de fuego”, nombre
con el que se identificaba a esta operación que, por su importancia e interés
mundial, estaba siendo custodiada por oficiales de todos los niveles, tanto
nacionales como extranjeros, se decidió usar materiales de desechos reales. Por
lo que se dispuso de verdaderas toneladas de basura para la prueba.
Previamente se considero usar
cualquier otro tipo de material pero, tomando en cuenta que la basura, por sus
características, no tiene forma definida, se decidió acomodarla a manera de
pacas comprimidas. De esta manera se comenzaron las pruebas.
En el primer intento las
toneladas de basura que se habían usado como prueba infalible cayeron fuera de
su objetivo. Una de ellas, la más grande y pesada, lanzada a 10 km del cráter,
cayó en un campo abierto, afortunadamente fue en una zona que ya no tenía
árboles, gracias a la deforestación, pero la segunda paca, aquella que fue
lanzada a 12 km del cráter, no tuvo la misma suerte. La paca utilizada no
estaba comprimida completamente y, gracias al impulso, se comenzó a deshacer en
el aire, cayendo en un poblado cercano al cráter.
La lluvia de basura tomo
desprevenidos a los habitantes de San Goyo del volcán, la comunidad donde
ocurrió el inexplicable accidente. Por la altura, lo más difícil de limpiar fue
el campanario de la iglesia, afortunadamente, ninguna persona salió lastimada.
La comunidad entera fue recompensada dándoles trabajo temporal, no solo
pagándoles con recursos del erario la limpieza de su pueblo, se les prometió
darles trabajo una vez que se hubiera encontrado al método adecuado con el cual
la idea de poner la basura en el volcán fuera viable y funcional.
Por este accidente, las pruebas
del proyecto se dieron a conocer en la prensa local y nacional. Los científicos
deslindaban su responsabilidad adjudicándola a la fabricación de las
maquinarias o a la operación de las mismas. Decepcionado del primer resultado,
el presidente decidió hacer público el proyecto y permitir que fueran los
ciudadanos los que aportarán ideas para su realización.
El segundo intento de llevarlo a
cabo se enfoco en la utilización de camiones de volteo que se encargaron de
llevar la basura hasta el cráter y depositarla en su interior. Todo funciono
bien, la prueba se realizo en tres de los más importantes volcanes del país,
gracias a la adecuación de los motores para mantener el paso firme de los
camiones y usando llantas modificadas para sostenerse en terrenos escarpados,
al menos así fue las primeras 5 horas. Con el paso de las horas, muchas de las
pendientes hacía los cráteres comenzaron a hacerse más débiles, lo que provoco
es que, al menos dos de los camiones terminaran en el interior de los volcanes.
Las familias de los trabajadores que habían fallecido fueron pensionadas de
manera vitalicia por el gobierno, pues quienes fallecieron recibieron la
distinción de ser considerados mártires del progreso ecológico, no solo del
país, sino de la humanidad entera.
Al desecharse esta segunda
propuesta se pusieron en práctica al menos otras 3 teorías más, hasta que por
fin un empresario nacional llego no solo con la solución, sino con toda la
estructura necesaria para que dicha propuesta pudiera comenzar a funcionar de
manera inmediata.
Gracias al reconocimiento e
importancia que este hombre de negocios tenía a nivel internacional, logro
adquirir una flota de más de 50 helicópteros militares modificados para cargar
con varias toneladas de basura cada uno.
Se encontraban equipados para resistir grandes alturas para sobrepasar volando
por encima de los cráteres de los volcanes y dejar caer su contenido sin que
esto perjudicara la maquinaría ni al personal a bordo. Este empresario, a
través de una de sus fundaciones de caridad, hizo contratar a científicos
especializados que indicaran el momento exacto en que la basura se lanzará al
cráter para que no se repitiera el suceso de San Goyo del Volcán, y es que, no
mucha gente lo sabía, pero no bastaba con que se pasara exactamente por encima
del cráter para dejar caer su contenido, según las condiciones del viento o del
clima tenía que lanzarse poco después de haberse rebasado, por aire, los
límites del cráter o poco después de haber comenzado a cursar su superficie.
El apoyo de este importante
empresario de las telecomunicaciones fue la clave para que el proyecto del
nuevo presidente culminara en un éxito. Pese a ello, el nunca permitió que su
nombre apareciera relacionado con dicho plan, aunque los logotipos de las diferentes
compañías de las que era dueño se encontraban en toda la maquinaria de la
empresa que realizaba esta labor, la cual, por cierto, estaba administrada por
una de sus fundaciones. Cada vez que en una entrevista le preguntaban acerca de
su relación con dicho plan él la negaba, decía que solamente había ayudado a
conseguir el material que el gobierno necesitaba y que de ninguna manera había
apoyado más allá de sus contactos para apoyar y darle legitimidad internacional
al nuevo mandatario de su país. Su discurso, casi siempre decía lo mismo: -“En
estos momentos en que la situación social internacional se encuentra tan
inestable, requerimos de un liderazgo fuerte y acorde a la nueva era que hemos
comenzado a vivir y este país requiere toda la ayuda posible”-.
Dicen que tuvieron que pasar
varios años más para que se supiera cual había sido el papel que dicho
empresario jugará en la época del país que me toco velar. No puedo decir con
precisión cuanto tiempo paso, fueron tantos años que, cuando salió a la luz la
verdad, de mi ya nadie hablaba.
La idea de lanzar la basura a los
cráteres de los volcanes resulto muy original y redituable para ese país, otros
países replicaron la idea, aquellos que en su territorio no contaban con un
volcán podían exportar su basura, ya fuera por barco o en avión, a los países
más cercanos que si los tuvieran. Se crearon aerolíneas especiales para esta
labor, con motores que usaban combustible ecológico, desde luego y
embarcaciones que eran impulsadas por robots cuyo desempeño dependía de que se
recargaran sus baterías a través de celdas solares (invento creado por un grupo
de ingenieros de diferentes países sudamericanos)
Hasta donde se hablo de mi, la idea se mantuvo
presente, dudo mucho que haya surgido algo tan innovador y tan hermoso. Incluso
supe que se convirtió en un atractivo eco-turístico por el espectáculo que
descubrieron que se llevaba a cabo. Nadie podía o quería decir si esto traería
daños a la atmósfera, ya que, durante las noches, por encima de los cráteres se
podían ver algunos humos de vapor que, combinados con la oscuridad de la noche,
creaban un juego de luces muy similar a las auroras boreales, espectáculo
que podía disfrutarse plenamente a más de 20 km de los cráteres.
Hoy, a una distancia
mucho mayor, una que corresponde a varios años, sigo disfrutando de las
bellezas de esos colores y la alegría que dicha idea trajo a millones de
personas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario